El impacto de sus trabajos sobre los miembros del equipo del MRI es tal que nos parece indispensable extendernos un poco sobre este personaje fascinante.
Erickson nació en 1901 en Aurum, pequeña ciudad de Nevada actualmente desaparecida. Su familia emigrará a Wisconsin. Sus padres poseen una granja y toda la familia participa en los trabajos; Milton tiene siete hermanas y un hermano. Acumula una serie de deficiencias físicas, es daltoniano, no distingue los colores (el único color que puede reconocer como tal y que por tanto aprecia desmesuradamente es el púrpura; le gustará rodearse de objetos de este color: teléfono, paredes del cuarto de baño, pijamas, etc) y padece sordera tonal.
Primer ataque de polio
A los 16 años sufre su primer ataque de polio. El médico dice a la familia que el joven Milton no podrá caminar nunca más. Permanece en cama, incapaz de mover el menor músculo y sin ninguna sensación corporal; lo único que puede mover todavía son los ojos y, felizmente, el oído no ha sido afectado. Lee aquí cómo consiguió Erickson superar este problema (…)
En menos de un año es capaz de caminar con muletas. Empieza entonces estudios de medicina. Sus primeros contactos con la hipnosis tendrán lugar en sus cursos en la Universidad de Wisconsin adonde el doctor Clark L. Hull acude a hacer una demostración. Queda fascinado. Después, se ejercitará en las técnicas hipnóticas con todo el que se preste a servir de cobaya: sus condiscípulos, sus amigos, los miembros de su familia, etc. Al año siguiente, asistirá a un seminario con Hull, durante el cual la mayor parte del tiempo estará dedicada a analizar las experiencias del joven Erickson.
Recuperación con ejercicio
Después de su primer año de universidad, un médico le aconseja que haga la mayor cantidad de ejercicio físico posible, al aire libre y sin cansar demasiado las piernas. Erickson decide entonces hacer un viaje en canoa durante las vacaciones del verano. La anécdota, contada por Haley, vale la pena de ser tomada en consideración, ya que ilustra la actitud principal de Erickson frente a las dificultades de la existencia. Se procura una canoa de cinco metros de largo y, vestido solamente con un traje de baño, un mono y un pañuelo anudado en torno a la cabeza a guisa de sombrero, se lanza a la aventura.
A canoa
No tenía bastante fuerza en las piernas para sacar su canoa del río y no era capaz de caminar unos pocos metros. Por todas provisiones, disponía de un saquito de judías, otro de arroz y algunos utensilios de cocina, esto tenía que bastarle para su viaje que tenía que durar todo el verano. Para comprarse productos suplementarios, tenía dólares y treinta y dos centavos. Con estas provisiones, pasó de junio a septiembre viajando en el lago Madison, descendiendo el Yahara, el río Rock, el Mississippi, hasta unos pocos kilómetros de San Luis, y después volvió al río Illinois por el canal de Hennepin hacia el río Rock y hasta Madison.
Obtenía sus alimentos en el camino, comiendo los peces que podía pescar, cogiendo plantas comestibles en las orillas cuando acampaba la noche, y “cosechando” en el Mississippi. Esta cosecha estaba constituida por los desperdicios que los cocineros de los barcos de vapor lanzaban por la borda. Encontraba siempre algunas manzanas o patatas tiradas por error. Al final del verano, había recorrido casi dos mil kilómetros prácticamente sin dinero ni alimentos, sin tener en las piernas la fuerza suficiente para transportar su canoa alrededor de las presas que le bloqueaban el camino y tan débil al principio que solo podía remar unos pocos kilómetros en el sentido de la corriente para no quedar completamente agotado.
Nunca negaba su ayuda a nadie pero él tampoco la pedía abiertamente. También en esto vemos un rasgo que encontraremos en sus trabajos posteriores: Erickson se las arreglaba siempre para que la gente lo ayudase “espontáneamente”.
Transformación
Mientras tanto su periplo lo ha transformado físicamente:
Cuando volvió, el perímetro de su pecho había aumentado en quince centímetros, era capaz de nadar sin respiro durante más de un kilómetro y medio y de remar a contracorriente desde el amanecer hasta el crepúsculo. Conseguía también transportar su canoa por sí mismo para pasar las presas.
Nuevo ataque de polio y vida modesta
En 1952 sufrirá un nuevo ataque de polio que le dejará parcialmente paralizados el brazo y el lado derecho. Como además padece numerosas alergias, le aconsejan que se instale en un lugar desértico, y por esta razón se irá a vivir a Phoenix, en Arizona. Allí criará a los tres hijos que ha tenido de un primer matrimonio, así como los otros cinco que tendrá con su segunda esposa Elizabeth.
Como Bateson, Milton Erickson nunca vivirá en la opulencia, a pesar de tener una reputación cada vez mayor, en todo caso en los medios de la hipnosis clínica. Desde los años cuarenta, la revista “Life” se interesa por sus trabajos y cuando Margaret Mead busca un experto que pueda explicarle las convergencias entre los trances de los balineses y los trances hipnóticos, se dirige a él. En los años cincuenta, participará en una de las conferencias Macy y le confiarán la redacción del artículo sobre la hipnosis para la Encyclopaedia britannica. Colaborará también con Aldous Huxley que intenta descubrir por medio de la hipnosis algunos recuerdos precoces así como explorar los mecanismos de la creatividad.
Haley y Weakland visitan a Erickson
En 1953 Jay Haley y John Weakland comenzarán sus visitas semanales a Phoenix, dentro de su investigación sobre las paradojas en la comunicación. Haley será el primer gran difusor de las técnicas brillantes de Erickson. Como consecuencia de estas numerosas publicaciones, Erickson será cada vez más célebre, hasta terminar su vida como el “gurú de Phoenix”.
En esta época, Milton Erickson vive en una casa modesta y recibe a sus pacientes en un minúsculo despacho.
Su salón le sirve de sala de espera y sus pacientes se mezclan así con la vida familiar y con los numerosos niños todavía de corta edad que circulan por toda la casa. Erickson no busca ni la gloria ni el dinero; cobra una módica suma tanto a sus alumnos como a sus pacientes (…)
El final
Jeffrey Zeig, uno de sus alumnos, es testigo de las dificultades físicas y de los sufrimientos que marcaron el final de la vida de Erickson. Tenía que pasar por largas horas de autohipnosis cada mañana para poder continuar con su trabajo por la tarde. Después de una nueva crisis incluso tuvo que volver a aprender a hablar; el maestro de las entonaciones de voz difícilmente conseguía comunicarse. En 1980, Zeig decide rendir un homenaje a Erickson organizando el primer encuentro internacional de hipnosis ericksoniana. Bateson, propuesto para ser el presidente de este encuentro, muere algunos meses antes, y el propio Erickson nunca asistirá a esta consagración de su larga carrera. Es un año negro para el grupo de Palo Alto, que pierde así, en el mismo año, a sus dos principales mentores.
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