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Las dietas y la restricción

La paradoja esencial que se desprende de un análisis riguroso de los resultados de las diversas dietas es que todas son eficaces, pero en realidad ninguna funciona bien.

Los problemas surgen al tratar de mantener los resultados. Porque casi la totalidad de las personas abandonan al poco tiempo la dieta y acaban recuperando peso, que aumenta con intereses. En otras palabras, el problema esencial de cualquier dieta no reside en su eficacia, sino en su mantenimiento a lo largo del tiempo. La atención debería desplazarse al segundo factor, por tanto, en lugar de estar constantemente centrada en el primero.

Mientras nos limitemos a valorar solo la cantidad y calidad de la comida según su aporte calórico, nutritivo o químico, sin intentar comprender qué es lo que impide mantener a lo largo del tiempo una dieta, seguirán obteniéndose los mismos desastrosos resultados. Como el chiste del borracho que seguía buscando debajo del farol la llave perdida sin encontrarla y frente a la pregunta del paseante:

¿Está seguro de haberla perdido precisamente aquí?

Responde:

No, la perdí allí, ¡pero está demasiado oscuro para buscarla!

Una dietología basada únicamente en reconfortantes cálculos matemáticos o en análisis químico de los alimentos actúa exactamente como el borracho que sigue buscando la llave donde no está porque es donde hay luz.

El acto de comer como placer

Es evidente que en nuestra sociedad opulenta el acto de comer no representa un deber sino un placer. Y que si olvidamos esta evidencia no habrá programa de alimentación que pueda resistir el paso del tiempo. Los desórdenes alimentarios no existen en las poblaciones que sí conocen las restricciones de alimentos. Los problemas surgen solamente con el bienestar social. Y en el curso de la historia se han observado sólo entre los nobles y los ricos.

Ninguna dieta tiene en cuenta plenamente este aspecto de la relación hombre/comida. Incluso algunos programas dietéticos que toman nota de los gustos declarados del sujeto olvidan que el placer puede desarrollarse y requerir continuas readaptaciones en la elección de los alimentos. Porque el placer no se deja encerrar en los límites de una planificación.

Las reacciones que aparecen durante o después de un periodo de restricción alimentaria son numerosas y diferentes entre sí. A veces son incomprensibles, pero todas comparten el efecto de un intento de control que conduce a la pérdida de control. Esta es la estructura paradójica connatural a cualquier dieta.

Si se desea salir de esta trampa, la sensación primitiva y arrolladora del placer debe ser fundamento básico y no el accesorio de un programa alimentario.

La dieta de la paradoja

La dieta de la paradoja, utilizada por la psicoterapia breve estratégica, posibilita una gestión de la alimentación basada en el placer y no en el sacrificio y el control forzado. Esto parece imposible porque hace décadas que se considera que dejarse llevar por el placer supone no poder controlar la alimentación y engordar sin remedio. Esta arraigada convicción es el fruto de un prejuicio racionalista que se basa en una concepción de la voluntad como producto de elecciones razonables que controlan y limitan nuestros instintos primitivos como si estos fueran por definición peligrosos.

Sin embargo, desde hace décadas los estudios sobre nuestra mente demuestran que ésta es un todo con nuestras sensaciones más primitivas, que se deben gestionar en lugar de reprimir, pues de lo contrario la lucha entre voluntad e instinto puede ocasionar grandes desequilibrios responsables de patologías graves.

Gracias al recurso a estratagemas que funcionan como autoengaños constructivos, es posible utilizar el placer como base de un equilibrio alimentario eficaz y persistente. No solo es posible sino realizable un equilibrio entre la sensación de placer al comer y el mantenimiento de una forma física sana. O también, conseguir que el contraste en apariencia irreconciliable entre placer y deber, entre control y dejarse llevar, quede superado mediante la puesta en práctica de una paradoja lógica.

Además, es una evidencia para los lógicos y los terapeutas más sofisticados que un dilema representado por una paradoja puede resolverse solo con una solución basada en una contraparadoja.

Para profundizar más: “La dieta de la paradoja” (Giorgio Nardone, Paidós). Restricción

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