“Be water, my friend “ Bruce Lee
La imagen más significativa de este aforismo es el agua, con su capacidad de cambiar continuamente de estado siendo siempre el mismo elemento. Puede ser un fluido, un sólido o un gas. Puede ser blanda o dura, rígida o elástica. Inmóvil o impetuosa, calma o tempestuosa. Puede correr lentamente o arrollar, evitar un obstáculo o chocar violentamente con él. Precipitarse o salpicar. El agua es la analogía natural del cambio como capacidad de adaptarse estratégicamente a las distintas circunstancias.
No es casual que Lao Tse escriba: “El agua lo vence a todo porque se adapta a todo”
Cambiar de perspectiva
La capacidad de transformarse, adaptándose a las necesidades requeridas por las circunstancias, es la esencia del arte de la estratagema. Saber cambiar de perspectiva y acciones es, en efecto, el requisito previo fundamental para estar en condiciones de seleccionar y aplicar las diferentes estratagemas.
Girar en torno al propio eje y mirar la realidad desde diferentes puntos de vista permite tener una percepción global y diferenciada al mismo tiempo: un requisito esencial para individualizar y poner a punto soluciones alternativas, cuando las ordinarias no producen efecto. Cambiar siendo los mismos requiere el abandono de cualquier ortodoxia, optando por la conciencia operativa y la habilidad aplicativa como alternativas para la rígida teoría. Como declaraba provocadoramente François Julien: “El sabio carece de ideas”
En el sentido de que no se fija en ninguna de ellas, sino que se desplaza continuamente de una a otra, a fin de que su mente y su percepción del mundo no queden atrapadas en los conceptos previos.
“La virtud está en no estancarse y, por tanto, si se quiere dejar lo poco por lo mucho, es necesario percatarse de las propias fijaciones y apartarse de ellas”. Con estas palabras Shoshan, un gran maestro zen, subraya la importancia fundamental de ser fluidos y cambiar continuamente.
La persuasión y los sofistas
Para los sofistas, el arte de la variación del punto de vista representaba la clave del proceso de persuasión. La capacidad de inventar soluciones nuevas y creativas se basaba en la habilidad de superar esquemas prefijados convertidos en ineficaces, rompiendo creativamente la ortodoxia. Estas tradiciones anticipan la moderna filosofía de la ciencia, en la que el imperativo ético es “compórtate de manera que aumentes las posibilidades de elección” (Von Foerster, 1971). Sin embargo, cambiar siendo siempre los mismos no es una habilidad que se aprenda ni fácil ni rápidamente.
Requiere un esfuerzo constante, también porque nuestra mente, ya sea por economía, ya sea por necesidad de seguridad, tiende a construir unos puntos firmes.
Entrenamiento constante
Para mantenerse elásticos, los seres humanos deben ejercitarse continuamente en mirar cada cosa desde varios puntos de vista, evitando fijarse en una determinada perspectiva. Sólo un prolongado entrenamiento en este tipo de gimnasia mental lleva a la espontaneidad. Si el ejercicio es interrumpido, en poco tiempo nuestra mente tenderá a protegerse, quedándose atrapado en armaduras de pensamiento.
En la mitología griega esto está representado por el mito de Sísifo, el personaje condenado a empujar continuamente una roca ladera arriba: una vez llega a la cumbre, la piedra rueda abajo y Sísifo debe comenzar de nuevo.
Si descendemos a la práctica cotidiana o analizamos la evolución humana, todo nos parece menos trágico porque el desafío constante a nuestros límites es, desde siempre, el que alimenta el entusiasmo de vivir. El estremecimiento del descubrimiento se opone constantemente a la tendencia a la estasis tranquilizadora.
El sabio guerrero
Como el agua, el sabio guerrero se adapta a las acciones de su adversario sintonizándose con él hasta robarle la energía.
Este principio estratégico está en la base de todas las artes marciales suaves, como el tai chi chuan y el aikido, en las cuales el combatiente experto no contrasta la fuerza del adversario sino que la acompaña, se adapta a ella, la captura y la transforma de energía agresiva en energía defensiva.
Si un agresor se lanza contra nosotros, en vez de oponer resistencia a su impulso, podemos hacer girar elegantemente nuestro cuerpo en torno a su eje mientras sujetamos cualquier parte de su cuerpo. El ímpetu de su empuje es capturado y reorientado en el movimiento rotatorio sostenido por nosotros. Será suficiente acompañar esta rotación, manteniendo el agarre, para desequilibrar a nuestro adversario y proyectarle en una estrepitosa caída, dejándolo de pronto al final de la rotación sobre nuestro eje.
Sun Zu prescribe:
Usa la cólera para confundirles, la humildad para hacerles arrogantes, destroza sus nervios con la astucia, sé entre ellos motivo de discordia. Atácales cuando estén desprevenidos, aséstales el golpe cuando menos se lo esperen. Sé tan sutil como para ser informe, tan silencioso como para ser imperceptible. Sólo así podrás ser artífice del destino de tus enemigos.
Cambiar de táctica y maniobras hasta encontrar aquella que funciona, sin descomponerse, pasando fluidamente de la una a la otra, no sólo es la esencia de la estrategia de combate sino que representa también el principio motor de los procesos de innovación y de solución de los problemas.
El proceso de la inventiva
El estudioso de la creatividad asociada a las invenciones científicas, Altschuller, en sus estudios sobre los procesos mentales que conducen a inventar nuevas soluciones a problemas de otro modo irresolubles, explica cómo éstos son el producto de una constante mutación de las perspectivas asumidas en el análisis de los problemas. En otros términos, las invenciones más importantes son el fruto del desplazamiento constante de la óptica desde la que el problema es observado, hasta el descubrimiento de aquella que funciona para guiarnos a la construcción de la solución.
Arquímedes, Leonardo, Newton, Edison, Einsten y los demás grandes inventores no eran sólo sorprendidos por chispas de genio creativas, sino que construían los procesos de descubrimiento poniendo continuamente en discusión los propios conocimientos, hasta que encontraban aquella que era funcional a su objetivo.
Conducir sin forzar
En el campo de la persuasión, “Cambiar constantemente siendo los mismos” está representado por la refinada capacidad de sintonizarse con las exigencias de nuestro interlocutor para hacerlo sentir a gusto y totalmente comprendido, para luego guiarlo, a través de artificios retóricos complementarios, a su estilo lingüístico y relacional, a cambiar su punto de vista sin ofrecer resistencia.
La habilidad no está en forzar las opiniones ajenas oponiéndose dialécticamente a ellas, sino en dirigirlas suavemente en la dirección deseada, sintonizándose con las características del interlocutor.
El sentido de esta estratagema representa no sólo un principio desde el punto de vista técnico y aplicativo, sino el requisito previo al que debe tender el sabio-guerrero-persuasor. Representa la capacidad que hace posible la mayor parte de las otras habilidades. Por consiguiente, debe ser cultivada y ejercitada como fundamento de la propia personalidad. En efecto, como toda cosa que se solidifica, se vuelve frágil y corre el riesgo de romperse, así, nuestra personalidad al solidificarse se hace frágil, víctima de la propia rigidez.
(De “El arte de la estratagema” O cómo resolver problemas difíciles con soluciones simples. Giorgio Nardone. Integral.)
Hermoso escrito, muchas cosas que poner en prácticas y otras afinarlas un poco. Gracias y pienso no solo enriquecerme sino también llevar el mensaje a otros.
Gracias nuevamente.
Hermoso comentario también. Muchas gracias, Antony