"Obsesiones, compulsiones y manías"Terapia Breve EstratégicaTOC y compulsiones placenterasacumulador

Entre las formas de TOC, la definida como hoarding, o la irrefrenable compulsión a guardar y retener los objetos sin tirarlos nunca, está seguramente entre las más bizarras y repulsivas: el sujeto conserva obsesivamente de todo, desde la basura a las propias heces, o cualquier objeto del que por cualquier motivo no puede separarse. No hay de hecho una motivación standard para el “acumulador patológico” (…)

Recuerdo un hombre que debía acumular tapones de botella, y por ello los arrebataba a menudo de manera grotesca, mostrando reacciones violentas con los que retiraban el tapón a su propia botella.

O una mujer que se veía obligada a conservar sus propias heces y que, no pudiendo acumularlas en casa por el rechazo del marido, había llenado su auto con bolsas llenas de excrementos. O incluso un hombre que acumulaba juguetes para niños, recogiéndolos de entre los desechados.

Un caso de TOC: el hombre que acumulaba periódicos

Un caso emblemático es el del hombre que retenía periódicos y revistas para no perder noticias de hechos importantes. El hombre era un distinguido señor, funcionario del estado, que vino a mi después de que la mujer lo abandonara a causa de su trastorno, que había hecho imposible la vida familiar.

En los últimos años el hombre había llenado todas las habitaciones de la casa, excepto el dormitorio y la cocinita, esta última literalmente acorazada por la mujer, con los periódicos que compraba o que sustraía furtivamente de las salas de espera o de los contenedores de la calle.

Debido justamente a esta última modalidad, después de años de soportar y vanos intentos de cura, la mujer había dejado al hombre. El abandono provocado por la patología lo había convencido todavía más de la necesidad de buscar una salida. (…)

Al final de nuestro primer encuentro, tras haber indagado en detalle en el funcionamiento del trastorno, para prepararlo sugestivamente al agotamiento que debía afrontar, le dejé claro que el tratamiento no sería fácil ni indoloro: sería como “extirpar un tumor de la mente” que hubiese extendido sus raíces en lo más profundo de su ser.

Prescripciones

Después le prescribí la primera consigna terapéutica:

Cada día nada más se despierte empezará a ordenar todos sus periódicos y revistas como cuando se organiza un archivo…debe clasificarlos por años, meses y semanas, otros por cabeceras…y mientras procede a esta clasificación deje una señal visible sobre los títulos de particular relevancia ordenándolos en una escala de importancia del tres al uno.

El paciente, muy sorprendido protesta: “Pero esto es una labor inmensa…¡me llevará mucho tiempo ordenar los millares de periódicos y revistas que he acumulado!

Le replico: “Cierto, pero debe convertir su casa en una suerte de biblioteca benedictina, donde cada escrito es archivado de modo que permita una rápida consulta. Es el mejor modo de tener bajo control el saber. Por otro lado, como bien sabrá, la orden de los benedictinos tenía la misión de preservar el saber católico. Debemos usar sus enseñanzas…por tanto, se arma de paciencia y diligencia ¡y se pone a trabajar!”

Un archivo benedictino

Diez días después nuestro aprendiz de archivador se presentó a la sesión con aire satisfecho:

“No ha sido fácil, pero después de las primeras fatigas le he cogido incluso gusto. Se imagina…he comenzado desde el último año, he hecho diferencias, cada una con grandes post-it amarillos, en cuatro bloques relativos a las semanas, divididos a su vez por los días de la semana. También, como me había pedido, he puesto un post-it azul, verde o morado por cada título que me parecía importante. Ahora comprendo lo que quería decirme…ver todo así de ordenado da sensación de poder y serenidad”

Me alegré con él por el óptimo trabajo realizado y pregunté:

¿Has hecho una previsión de cuánto tiempo será necesario para completar todo el trabajo? Como buen obsesivo responde: “Si. He calculado que a este paso necesitaré por lo menos 100 días, considerando que llevo diez años acumulando periódicos”. “Bien, bien…¡ya habíamos previsto que sería fatigoso!

Primeras consecuencias

¿Cómo se ha comportado respecto a los periódicos y revistas publicadas en estos diez días?.

Él me miró sorprendido y exclamó: ¡Anda! No lo he pensado…he estado tan ocupado en la tarea de clasificar en casa que no me he acordado de lo otro…” “Si no he entendido mal, usted me está diciendo que desarrollando su tarea de archivista benedictino no se ha visto raptado por su compulsión de recoger periódicos y revistas?

Y él: “Justo así…es raro, pero es lo que ha pasado…ahora que lo pienso, es la primera vez desde hace años que no llevo a casa un periódico…¡me parece increíble!

Sin querer dar demasiada importancia a este cambio, al menos en apariencia, volví a su tarea y le dije: “Bien, veremos qué pasará en los próximos días…pero por ahora lo importante es continuar con la tarea de archivar todo el material recogido. Por tanto proceda así.”

Resultados

Después de más de diez días, el hombre regresa satisfecho relatando haber archivado y ordenado lo correspondiente a un año y medio de periódicos: se había hecho más rápido en clasificar y el trabajo fatigoso lo había distraído del todo, sin preocuparse mínimamente de los periódicos publicados en ese tiempo.

Nuestro trabajo continuó durante unos 4 meses durante los cuales el hombre transformó su casa en un verdadero archivo bien organizado de diez años de periódicos y revistas. Dedicándose a esta actividad se distrajo del todo de la compulsión diaria de recoger lo que se publicaba, disminuyendo así  la obsesión del control de las informaciones sobre hechos relevantes.

Una vez concluída la archivación, acordamos invitar a la mujer a ver la obra. Cuando vio la casa limpia y ordenada y los periódicos puestos en los anaqueles y escrupulosamente archivados, al principio permaneció atónita y después explotó en una carcajada exclamando: “Hemos sufrido años sin comprender que bastaba hacértelo hacer mejor!”

La pareja se rehízo y tras unos meses, en la sesión de control, los dos me informaron que el “archivo de las informaciones” había sido donado a la biblioteca comunal.

(Traducción de “Ossessioni, compulsioni, manie. Capirle e sconfiggerle in tempi brevi“. Nardone y Portelli. Ponte alle Grazie)

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